A principios de agosto, toda nuestra empresa emprendió un inolvidable viaje de 8 días al Tíbet, una tierra donde la majestuosa naturaleza se encuentra con un profundo patrimonio cultural. Este viaje no fue solo para hacer turismo, sino una oportunidad para fortalecer el vínculo de nuestro equipo mientras nos sumergíamos en la belleza única del Tíbet, llevándonos a través de tres regiones increíbles: Nyingchi, Shannan y Lhasa.
Nuestra aventura comenzó en Nyingchi, conocida como "Jiangnan del Tíbet" por sus exuberantes paisajes. Aquí, exploramos el Gran Cañón de Yarlung Zangbo, uno de los cañones más profundos del mundo. Mientras caminábamos juntos por sus senderos, compartimos nuestra asombro ante los imponentes acantilados, el río sinuoso y las montañas nevadas distantes. Las risas resonaron mientras los colegas se ayudaban mutuamente a navegar por caminos difíciles, convirtiendo una caminata escénica en un momento de trabajo en equipo.
Luego, viajamos a Shannan, donde nos esperaba el lago Yamdrok (Yamdrok Yongcuo). Las aguas cristalinas y azules del lago, que reflejaban el cielo como un espejo gigante, nos dejaron asombrados. Nos reunimos para fotos grupales junto a la orilla, charlando sobre lo pequeños que nos sentíamos ante tal grandeza natural, momentos que nos acercaron como equipo.

Finalmente, llegamos a Lhasa, el corazón del Tíbet. Visitamos el icónico Palacio de Potala, ascendiendo sus escaleras juntos y escuchando atentamente a los guías compartir historias de su historia como un hito espiritual y político. En el Templo Jokhang, observamos la devoción de los peregrinos locales, fomentando un respeto compartido por la cultura tibetana. Nuestra última parada fue el lago Nam Co, donde nos quedamos hasta el anochecer para observar las estrellas del cielo nocturno; sentados juntos bajo el vasto dosel estrellado, hablamos sobre nuestros objetivos y cómo este viaje inspiraría nuestro trabajo de regreso a la oficina.

Este viaje al Tíbet fue más que unas vacaciones, fue un viaje que profundizó nuestra camaradería. Cada vista compartida, cada mano amiga y cada conversación significativa nos recordaron que la fuerza de nuestro equipo reside en la unidad. Al regresar al trabajo, trajimos no solo fotos, sino un renovado sentido de colaboración que impulsará a nuestra empresa hacia adelante.